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Escenas de la vida posmoderna

Escenas de la vida posmoderna

Beatriz Sarlo (Buenos Aires, 1942), profesora de Literatura Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; directora desde hace treinta años de  la revista cultural Punto de Vista, es una de las figuras intelectuales más destacadas de ese país, al que dedica, en Escenas de la vida posmoderna de editorial Seix barral 2004, una juiciosa indagación sociológica sobre el impacto de la cultura audiovisual, el lugar del arte y el papel de los intelectuales y la crítica, en el marco de una “sociedad quebrantada de pobreza y desquiciada por el florecimiento de ideologías individualistas y antisolidarias”, que caracterizan los rasgos decadentes de la llamada posmodernidad.

 Ordenados en cinco capítulos, los ensayos examinan de manera consciente temas fundamentales, como la diferencia intolerable de la miseria y la riqueza; la situación de las llamadas culturas populares frente al mercado audiovisual, el carácter restringido de la cultura “culta”, la contradicción estética de la vida y el arte; todo esto formulado, no desde la óptica abatida del qué hacer intelectual, sino del cómo armar una perspectiva para ver, tal afirma su autora,  la contradictoria realidad argentina.

En este sentido, la inquietud de pensar la esfera que debe abarcar las humanidades, el arte y la cultura, en la deconstrucción y construcción de nuestras sociedades tercermundistas, cada vez más  homogenizadas, resulta ineludible frente a los graves peligros que la masificación, el neoliberalismo y la globalización económica, significan como subordinación de la diversidad a una tendencia única, sujeta a la voluntad occidental de poder.

Escenas de la vida posmoderna, es una puerta franca donde se advierte el mapa concienzudo de una crítica cultural, que retrata a través de la Argentina, la difícil situación de muchos países de América Latina, cuyo desmembramiento y polarización han marcado la abigarrada historia del pueblo, acorralado por la injusticia y la impunidad que acrecientan la violencia e imposibilitan una perspectiva democrática.

 Un libro desafiante, donde la lúcida ensayista gaucha, no tiene reparos en manifestar su incomodidad en asuntos hoy poco rondados, como el “espíritu” o el actual orden social;  en el que se atreve a plantear que la crítica no pertenece sólo a los intelectuales, y que en la abundancia e intensidad de los sentidos del arte, “existe un deber del saber que todavía tiene fuerza moral”.

Hugo Mauricio Fernández 

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