"El olvido que seremos"
El escritor y periodista antioqueño Héctor Abad Faciolince, compartió en el auditorio de la Universidad Surcolombiana un conversatorio con los estudiantes y profesores del programa de lengua castellana, sobre el arte y oficio de la escritura, quienes organizaron en conmemoración del Día del Idioma, esta celebración que titularon en honor a la reconocida obra del medellinense, “El olvido que seremos”.
Después de los consabidos protocolos y la idolatría ingenua de algunos profesores, por fin se dio la palabra al invitado especial, quien se mostraba sorprendido y al mismo tiempo agradecido por los elogios y las pompas de la ceremonia. “…La vida de un artista, digamos que yo soy un artista, de un escritor, es corregirse, y eso es un sufrimiento permanente y una alegría desconcertada cuando uno encuentra tantos lectores y tantas expectativas inesperadas…”Con esta reflexión Héctor Abad dio inicio a una entretenida charla que contó con la entusiasta participación de estudiantes y maestros.
Luego de su presentación y agradecimiento por la invitación a esta celada, como él mismo la llamó, se dispuso a escuchar los interrogantes y comentarios de estudiantes y maestros, entre los que se precipitó un joven de gorra y tatuajes en los brazos, quien nos sorprendió con su desparpajo: “la carrera del docente es como la escalera de un gallinero, es cortica y cagada, está llena de mierda y huele a feo, hay gallinas en ese gallinero que tienen alas y no pueden volar, y sólo enseñan a los pollitos a decir tres cosas: pío, pío, pío. Y todos siguen repitiendo lo mismo, y sigue el círculo vicioso que no tiene fin; a partir de esta metáfora, me gustaría escuchar la opinión de Héctor Abad sobre el actual momento de la educación”.
El escritor defendió el trabajo del maestro, habló de la noble labor de seducción que estos responsabilizan sobre el conocimiento y el asombro por la vida, compartió su experiencia como profesor en Italia, recordó a su padre y fue inevitable que el curso de la charla virara hacia el tema de su última novela; alguno preguntó sobre la frontera entre realidad y ficción, por los aspectos autobiográficos de ésta, a lo que Faciolince contestó que su novela es “un testimonio sin mentiras, un testimonio sin invención”.
“El olvido que seremos”, es un testimonio sobrecogedor, nacido de una obligación personal muy profunda del autor, ya que narra las nefastas circunstancias del asesinato de su padre acaecido en 1987, año en que fueron vilmente asesinadas más de 4000 personas, en medio de la absurda impunidad y la inconcebible paramilitarización del país. Cargado de una ternura nostálgica, el narrador no se impide señalar la indignación ante las degradaciones de la guerra y el narcotráfico en un contexto de polarización social trágica, sin descuidar el homenaje al padre y la manifestación de amor profunda que el autor no repara en expresar.
En oposición a la típica saga de novelas inspiradas en la violencia, Faciolince recoge para su trama la óptica de las víctimas y el drama de una justicia que nunca llega, y en cambio sufre persecución y amenazas por parte de los victimarios. “Sin embargo, más allá de la impunidad de los verdugos y la insensibilidad frente a los crímenes, hay un país de sueños y esperanzas que resiste y busca alternativas a la superación de la guerra”, fueron las palabras que recogieron las reflexiones que apreciaron con entusiasmo su aclamada novela y dieron paso a temas tan dispares como el papel del periodismo, la política y el ateísmo.
Fue un evento ameno por la espontaneidad del invitado y muchos de los asistentes; escuchar de cerca la experiencia de un escritor vital como Héctor Abad es muy enriquecedor para quien le enamora el camino de los libros, el periodismo y la literatura: “La verdad es que no soy muy buen orador y no me gustan mucho los homenajes; siento que organizo mejor mi pensamiento cuando estoy frente al papel o la pantalla de un ordenador. No creo en el escritor como un genio que sabe de todo, y es mejor para los escritores no ser famosos tan jóvenes, ya que eso quita mucho tiempo en eventos y circunstancias como esta, que debería dedicarse a escribir; por eso yo aspiro a que cuando me muera me recuerden como un buen escritor, aunque sé que todavía falta mucho para aspirar a tanta gloria”.
Alejandro Valle Cantor
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