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Como el Agua y el Aceite

Como el Agua y el Aceite

El traqueteo del machín

El agua y el petróleo son las dos fuentes de energía más importantes de las sociedades contemporáneas. El agua no sólo es vital para el consumo humano, el riego de suelos, la agricultura, la pesca y la acuicultura, sino para el desarrollo de proyectos hidráulicos y generación de hidroelectricidad. Sin los hidrocarburos, los medios de transporte y las máquinas de guerra dejarían de funcionar, la economía mundial sufriría un colapso y más de 2000 productos derivados, importantes para la industria de los combustibles y los petroquímicos, dejarían de aceitar la máquina asfixiante de la globalización.

El Huila, además de ser uno de los departamentos más fértiles en recursos hídricos­-33 cuencas hidrográficas estratégicas-, es uno de los principales productores de hidrocarburos del país; curiosamente en estos días la Dirección de Regalías de Planeación Nacional  suspendió los giros de regalías para Neiva, gracias a los malos manejos que se cometieron con 7 mil millones de pesos en recursos de regalías que eran para el “desarrollo” de los neivanos (La Nación, Abril 25 de 2010, Pags. 2-3). Mientras tanto, en el oriente de la ciudad, el traqueteo del machín contrasta  fuerte con la miseria, el crimen y el hambre.

 

La Tierra Prometida

Antes de visitar “La tribuna”, me hablaron del lugar como un Centro de Investigación Y Educación Ambiental, un bosque seco tropical pre montano de abundante flora y fauna, con más de 50 nacederos de agua y cascadas increíbles. La invitación resaltaba de manera enfática la principal circunstancia: allí, junto a las fuentes hídricas, emana una sustancia oleosa de color muy oscuro, compuesta de hidrógeno y carbono, llamada hidrocarburo en estado líquido, aceite crudo, petróleo.

Ubicada al norte de Neiva, en la vereda Tamarindo de la inspección de San Francisco, irrigada por la microcuenca “El Neme”, la reserva ecológica “La Tribuna” se constituye, por su significado ecológico, económico y sociocultural, en un ecosistema estratégico del departamento del Huila (Ecosistemas Estratégicos del Huila, Alfredo Olaya Amaya, Universidad Surcolombiana); su riqueza y biodiversidad hicieron que desde 2003 se realizará un convenio entre la compañía HOCOL SA y la Universidad Surcolombiana, para adelantar actividades educativas y de investigación ambiental.

Como un designio simbólico, Abraham fue nuestro guía, él nos entregó los lazarillos o bastones para ayudarnos en la caminata; leyó las instrucciones de comportamiento en el lugar, nada de alcohol, cigarrillos, fogatas, etc; recomienda usar camisas de mangas  y pantalones largos por los mosquitos, con botas de caucho para el camino escarpado. Es insólito recordar que tiene el mismo nombre del patriarca hebreo, y el físico y geólogo canadiense Gessner, quien en 1852 logró conseguir del petróleo crudo, el queroseno, combustible para lámparas de la época; aunque nuestro Abraham es sólo el mayordomo, encargado del mantenimiento de las instalaciones y senderos de la Tribuna, tiene un amor casi religioso por esta exótica tierra.

El estruendo mecánico de la enorme broca que ultraja el subsuelo es lo primero que llama la atención al llegar al apacible lugar. Como un enorme vampiro metálico, el tamboreo insaciable, succiona sin descanso:  traka-traka, traka-traka, traka-traka, es el ritmo tenso que resuena desde “El Lago Verde”, hasta el “Mirador Puerta del Sol”.  Traka-traka, traka-traka, traka-traka, es el canto negro de uno de los 3 machines que hace 17 años succiona el pozo 9 de esta zona petrolífera. Traka-traka, traka-traka, traka-traka, quizá en su insistencia, algo nos quiere advertir.

A poco de habernos distanciado del colosal zancudo de acero, y haber bordeado “El Lago Verde”, el sendero nos da la bienvenida con un gesto fresco en su túnel de guaduas; “aquí llegamos al nacedero La Moyita”, señala Abraham, mientras observamos el agua turbia que fluye bajo una inmensa ceiba. “Este es el primer nacedero que encontramos en el sendero; como pueden ver, esta agua ya no es potable”, comenta el guía al tiempo que su expresión se constriñe. Adentrándonos en el sendero, encontramos los conductos que atraviesan el camino como sierpes largas que llevan en sus barrigas el preciado oro negro; un árbol recio, de enredaderas y bejucos, que asemejan barbas y cabellos largos, se impone en un corral de piedra, antiguo vestigio de la finca ganadera que funcionaba en estos predios; luego me enteré que aquel ornato místico del árbol es una parásita que lo devora implacable hasta vaciarlo de su savia.

Al lado del camino, entre piedras que parecen prehistóricas, la señalización del sendero nos indica la cascada El Chispial y La Cueva del Chímbilo; después de cuarenta minutos de caminata, entre arbustos, pequeñas quebradas y rocas, ascendemos con dificultad a lo que Abraham llama orgulloso, “El Muro de la Vida”, una gran peña fecunda de musgos, helechos, insectos y agua, aunque en esta oportunidad es sólo un hilillo que susurra en la montaña; descargamos las mochilas con el fiambre, aprovechamos para refrescarnos y  nuestro patriarca nos invita a observar a escasos 10 metros del muro, el motivo principal del recorrido: bajo las piedras de la quebrada El Neme, el precioso líquido oleoso de color oscuro, responsable de las dos últimas guerras en Oriente Medio, forma en el agua clara una obscena mancha negra.

La ingenuidad de Abraham, o la mía, hacen que el fenómeno parezca una bendición de la vida, la increíble riqueza de estas tierras rebosa por la tierra y embadurna las rocas, calcina el agua de las fuentes, y nosotros maravillados, extasiados del paisaje y sus bellezas naturales. Aquí, hago alarde de mi curiosa necedad, me descalzo, entro al agua, y efectivamente compruebo que, el crudo se filtra con solvencia entre las piedras que sirven de lecho a la quebrada “El Neme”; en ese momento sólo quiero encontrar algo con que limpiar la melcocha de los pies, y no se me ocurre, como ahora, reflexionar a cerca de estas circunstancias; será que este particular fenómeno es un prodigio natural, o estamos ante las consecuencias ecológicas que causa la explotación de estos recursos naturales, más cuando se aplican herramientas obsoletas, ya que desde el estudio de los yacimientos, hasta el refinamiento, pasando por la extracción, son extremadamente costosos y requieren alta tecnología de la que sólo disponen las grandes industrias del sector. ¿Será que la explotación petrolera está afectando las cuencas hidrográficas de este importante ecosistema? ¿Estará pasando lo mismo que en Tauramena, Casanare, donde los ríos de la región se han reducido en un 60% y cuyos daños ambientales responsabilizan a la multinacional British Petroleum? ( http://colombia.indymedia.org/news/2010/04/113821.php)

Continuamos ascendiendo hasta la cascada El Salto, aquí el agua aun no está afectada, según lo explica Abraham, aduciendo a la pureza de la que goza este líquido en esta majestuosa caída, y sin otra garantía que la palabra del patriarca, todos bebemos el ansiado liquido que en este punto de la caminata sabe a néctar de los dioses. Llenamos nuestras cantimploras, nos quedamos callados y gozamos del cascabeleo suave de la pequeña catarata. Como buenos turistas tomamos las fotos respectivas (yo en La Tribuna para el face!, a eso venimos los estudiantes universitarios a los centros de investigación?!) y empezamos a descender en silencio.

La Cueva del Chímbilo, es una formación geológica de dimensiones monumentales que dibuja una hermosa caída de agua y sirve de habitación a decenas de murciélagos que se remueven somnolientos. La generosa panorámica que ofrece el Mirador Puerta del Sol, permite dominar todo el valle que compone La Tribuna- ahora entiendo la elección de su nombre-, desde aquí la imponencia del machín es sólo un  zumbido de insecto, aunque su aguijón es realmente ponzoñoso para el equilibrio del ambiente. Es como si el traka-traka, insidioso del vampiro metálico, nos recordara la delicada amenaza que esta tierra prometida enfrenta: el peligroso riesgo de convertirse en un infierno seco, desértico, sin agua.

 

Como el agua y el aceite

 La Universidad Surcolombiana, a través  del Programa de Ciencias Naturales y Educación Ambiental de la Facultad de Educación, hasta la fecha ha realizado cuatro investigaciones, como lo señala Luz Anabel Sierra Cárdenas, Coordinadora del Centro de Estudios La Tribuna; la primera, que tuvo que ver con una aproximación al inventario de flora y fauna; una segunda investigación que se realizó con base a la extracción de productos químicos de unas plantas especiales que se dan en La Tribuna; una tercera que tiene que ver con el inventario  de algunas especies nativas, como los musgos y los helechos, y una última investigación sobre plantas superiores. (http://www.youtube.com/watch?v=CZ-cZ0OnlXc)

Sin embargo, aunque estos trabajos han sido muy importantes para conocer las características ecológicas de este ecosistema y el lugar es propicio para las prácticas investigativas  de programas como el de Ingeniería y ciencias naturales de nuestra Universidad, debo decir que mis expectativas con el centro de investigación eran mayores. Faltan instalaciones adecuadas para los laboratorios, ¿dónde está el herbario, el insectario, el equipo científico que acompañe las visitas y socialice el conocimiento de las investigaciones?, y sobre todo, ¿qué hace la comunidad científica frente al grave riesgo en que se encuentran las cuencas hidrográficas?.

Por su lado, la dichosa responsabilidad social de HOCOL, se vanagloria con la construcción de la única escuela de la vereda El Tamarindo, donde para que a nadie se le olvide, está pintado grande el nombre de la empresa, y con el mantenimiento de un centro de investigación que produzca un conocimiento que no afecte sus intereses comerciales de explotación, así el agua, los animales, la vegetación y quienes habitamos junto a los yacimientos, suframos las temibles consecuencias. Sólo resta esperar a que en el 2012 estos pozos que serán revertidos al estado colombiano por ECOPETROL, la Universidad Surcolombiana tenga la posibilidad de ser propietaria de este importante ecosistema para poder desarrollar proyectos de investigación independientes y de mayor impacto científico y social para la comunidad huilense.

Por lo pronto, como el agua y el aceite, la función social de divulgar los intereses de preservación, conservación y aprovechamiento sostenible de los ecosistemas estratégicos, así como la generación de conocimiento sobre ellos para la formación ciudadana y una cultura de responsabilidad con el entorno, son de absoluta incompatibilidad química con el afán de explotación y enriquecimiento. Así que el traqueteo del machín seguirá ahogando los gemidos de la miseria y el crimen, mientras los bolsillos de los politiqueros engordan con las regalías que deja la sangre de la tierra.

Hugo Mauricio Fernández

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