Popayán
Para llegar a ti
Es preciso ascender
Eslabón a eslabón
La cadena de los Andes.
Trepar donde la nube
Acaricia el frailejón,
Remontar el aliento
Donde brota el agua dulce
Que recorre la montaña de occidente.
Oxigenar el alma con la visión del Puracé,
Escalar el abrazo apacible de tu clima.
Popayán,
Tienes nombre de cruz y de ceniza;
De caserío de paja.
Tus calles son cordiales
Como el acento de tus hijos,
Tus casas parecen detenidas en el tiempo
Con su ilusoria risa siempre blanca.
En tu médula,
La simiente de Caldas
Habla de tu amistad al fruto.
Desde la rancia catacumba
Te miras a los ojos:
Belalcázar a lomo de bronce
Aún ultraja tu sangre originaria.
Tus estremecimientos
Te agrietaron de plástico y cartón.
Tienes la piel de azufre, el perfil de la obsidiana.
En tus manos arde el fuego de la calma,
Volcán silente que pronto estalla.
Popayán,
Ciudad puritana…
Acaso en tus facciones indígenas
Junto al dolor y el hambre,
Habita el dios que amas.
Hugo Mauricio Fernández
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