Las Damas Amazónicas
Cualquier viajero o transeúnte que recorra las calles de Florencia no podrá dejar pasar inadvertido estas damas erguidas que refrescan las calles con sus felices vestidos. Apostadas en las esquinas, aguardan por sus amantes que se acercan temprano a llevarlas a sus casas y oficinas para alegrarse el día.
Eso lo sabe muy bien Luz Dary Flores, quien no podía tener un nombre más apropiado para su oficio. Hace diez años que brota, como una flor silvestre, todos los martes y viernes en la esquina de la carrera 13 con calle 15, frente al edificio de la gobernación del Caquetá. Muy a las seis de la mañana, organiza junto al andén los siete u ocho ramos de heliconias que se van entre las manos satisfechas de sus clientes, antes del mediodía, por tan sólo seis mil pesos cada uno.
“Somos siete las mujeres que trabajamos desde hace diez años en las calles de la ciudad ofreciendo nuestras flores. Nosotras mismas las cultivamos cerca al barrio Villa Mónica, en lo que se conoce como El Chamón.” Comenta con voz de pétalo la dadora de flores.
Desde la antigüedad, el lenguaje de las flores ha sido un gesto noble para expresar los sentimientos de belleza, muerte y sobre todo, amor. Regalar flores es una excelente manera de expresar lo que hay en nuestro interior sin gastar mucho dinero, y aunque su duración no es permanente, la intención, la dedicación y el cuidado al seleccionarlas se quedan para siempre.
“Ahora no estamos saliendo todas. Las flores están escasas porque tuvimos un problema con algunos invasores vecinos del cultivo. Eso nos tocó hasta con demanda y todo, pero gracias a Dios el cultivo sigue produciendo y las flores son muy apreciadas por la gente.” Comenta Luz Dary mientras florece una sonrisa en sus labios.
Conocidas como “Aves del paraíso” por sus exóticos colores, o “platanillo” por su familiaridad y semejanza con la mata de plátano, las heliconias, propias de estas tierras húmedas y tropicales, son plantas asombrosas. Por la exuberante belleza de sus flores y su sencillo cultivo son las favoritas de los jardines, salas y oficinas de los caqueteños.
Por la variedad de tamaños, texturas, formas y durabilidad; por su amarillo y naranja luminoso, alegre como el sol. Por sus capullos rojos y apasionados. Por sus hojas generosas y sus tallos fuertes, se me antoja que estas flores únicas, son como las mujeres florencianas, delicadas y enérgicas, sensuales y discretas, amorosas y entusiastas.
Hugo Mauricio Fernández
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