A la orilla del obscuro Magdalena
Por: Alejandro Valle Cantor
A la orilla del obscuro Magdalena
La ciudad se descubre en el espejo,
Reverberan las escamas en los sueños de los hombres,
En el barro de la calle, el amor de los locos
Chapotea en los umbrales;
El fulgor de un arrebol navega en el cemento.
Por los andenes agitados bajan tacones lujuriosos,
El brillo del puñal flota azaroso en la corriente,
Fluye el suburbio y la vida callejera,
Las esquinas se revuelven en confusos caracoles.
Otro estero se trasluce en el asfalto,
Un laberinto ardiente que hiede a tripas de pescado,
Una canoa de fantasmas que naufraga en la monotonía
Del anzuelo y la carnada.
Otras aguas se reflejan,
Otra arena, otros cuerpos sin ojos, sin bocas,
Otros ahogados, otro río de tumbas se desborda en el hastío.
Con todo, entre burdeles, pensiones y fachadas comerciales
Un barco de papel leva sus anclas.
Narcisa repulsiva, la ciudad se revela en el espejo
A la orilla del obscuro Magdalena.
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Neyder Salazar -